Flechas Berta Álvarez

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Jul 12, 2022

Mi ausencia y mi vuelta

4 de junio de 2021

Hacía sol. Era el cumpleaños de mi padre. Y tenia una sensación en el cuerpo muy bonita que me decía que aquel día lo recordaría para siempre. Y así fue.

 

¡El cuerpo me confirmó que estaba embarazada!

La palabra FELICIDAD se queda corta para expresar el estado y el sentimiento de plenitud que me recorrió. Con los ojos abiertos y bien despierta soñaba. Ya me veía con los modelitos que iba a lucir en mi embarazo. Y la cantidad de fotos que me iba a hacer. Y me preguntaba hasta qué mes trabajaría. Y en eso estaba yo. Disfrutaba cada segundo de mi hija. Me miraba en el espejo intentando encontrar las siete diferencias con el día anterior y me alegraba ante cualquier síntoma de embarazada que sentía. Cuatro semanas duró este gozo. C u a t r o. A la quinta semana me aumentaron los síntomas de embarazo. Un poquito de más.

Empecé a preocuparme. “Todas las embarazadas vomitan, es normal”, “toma jengibre”, “o unas galletitas saladas”. Mi marido, se convirtió en mi mayor proveedor de cada cosa que nos decían. A estas alturas te habrás imaginado que no fui a mejor, si no, este post ya se habría acabado. A las 7 semanas empeoré. Muchísimo.

 

22 de junio de 2021

Mi cumpleaños. Sentía como si tuviese una gastroenteritis aguda. Mis ojeras me habían taladrado mi rostro y me iba sintiendo cada vez más débil. Recuerdo que mi marido me hizo un pescado en blanco, merluza (siento querida no haberte vuelto a comer desde entonces). Vomité sin parar. Repito, sin parar. No había descanso. Empecé a vomitar bilis. Y algo de bilis con sangre. Por la noche sólo podía estar ya tumbada. El teléfono sonaba lleno de amor de todas las personas que me querían felicitar. Ya no podía ponerme al teléfono. “Es normal, está embarazada”, “todas las embarazadas vomitan”, “esto se te pasa en cuanto cumplas las 12 semanas, “qué exagerada eres”.

No podía andar sola. Esa noche ya me acostó mi marido. Y a partir de ahí, supe que AMABA a mi bebé pero “no me gustaba NADA (y nada me parece hasta mucho) estar embarazada. Desde la semana 7 hasta la 38 en la que parí, viví la mayor paradoja que se puede vivir. Sentí que se me acabó mi vida, mientras creaba y hacía crecer la vida en mi interior. Literal.

Desde ese día, mi cumpleaños, y hasta tres semanas después de parir, ya no volví a comer, beber, ducharme, andar, hablar, trabajar, lavarme la boca, relacionarme con los demás, mirarme a un espejo o hacerme una foto. Intolerancia total a comer y beber. Perdí 10 kilos en menos de un mes. Perdí trabajo (aunque soy autónoma, no podía coger trabajo) Perdí amigos y amigas. No podía atender las llamadas ni whatsapp. Mis manos estaban todo el día ocupadas sujetando un barreño en el que no paraba de vomitar y salivar. Y hubo personas que no lo entendieron.

Me alejé de familiares. Dejé de ser hija. Dejé de ser esposa. Dejé de ser yo misma.

El amor incondicional de mi marido, sus cuidados, su mano sin soltarme y su fuerte cuerpo aferrándonos a mi bebé y a mi cada día. Esa era mi energía para seguir. y el amor puro de mi madre… Ellos respondían por mí a todas las personas pendientes de mí y me transmitían su calor. En algún momento lo hacía yo. Casi nunca.

Ingresos hospitalarios. Muchísimas visitas a urgencias. Deshidratación. Desnutrición. Diagnóstico: hiperémesis gravídica severa e hipersialorrea. Traducido en mi caso: 24 horas vomitando sin parar y echando más de dos litros de saliva diaria. Traducido en palabras de mi marido: ”eras una fuente”.

 

En mi experiencia:

Al principio: Desconocimiento médico. Frialdad. Soledad. Incomprensión. Poca empatía de los profesionales sanitarios. Poca empatía social. En uno de mis ingresos, me fui de alta voluntaria por el trato que estaba recibiendo por parte de la doctora que tenían asignada. Y tuve suerte. Dos personas me alentaron a ir al equipo de embarazos patológicos del Hospital Universitario La Paz. Y aquí encontré a grandes profesionales que sabían cómo tratar la severidad de mi hiperémesis. Y cuando no sabían, lo estudiaban hasta ayudarme todo lo que podían.

 

Mi experiencia cambió:

Conocimiento médico. Cercanía. Cariño en el trato. Incomprensión social. Empatía de los profesionales sanitarios. Poca empatía social. Secuelas físicas. Secuelas psicológicas. En recuperación. Gracias a mi grupo de hiperguerreras por vuestro sostén, información y amor. Gracias a la Fundación Her y a kimber y a Marlena por su trabajo Gracias Lo malo, ya os lo he contado.

 

¿Qué he sacado de bueno? ¿Qué he tenido que aprender? He listado lo que he sacado de bueno, quizás no en este orden, quizás simultaneo.

  1. Tiempo para parar
  2. Tiempo para reflexionar
  3. Conocerme
  4. Respetarme
  5. Cuidarme
  6. Quererme
  7. Escuchar a mi cuerpo
  8. Y escuchar a mi cabeza
  9. Pedir ayuda
  10. Permitirme que otros cuiden de mi
  11. No enredarme en cosas innecesarias
  12. Relativizar
  13. Soltar
  14. Dar la bienvenida
  15. Romper
  16. Unir
  17. Saber que no pasa nada por “no tener el día”
  18. Quereme sin esperar nada de mi a cambio
  19. Permitirme que me quieran sin nada a cambio
  20. No juzgar
  21. No dar opiniones ni consejos que no me piden
  22. Validar emociones
  23. Valorar aún más el conocimiento y su actualización
  24. Alejarme
  25. Encontrarme
  26. Poner objetivos muy a corto plazo y que empiezan por el bienestar de mi misma.
  27. Poner claridad a mis sueños.
  28. Silencio
  29. Empatizar
  30. Humanizar
  31. Ayudar
  32. Hacer equipo
  33. Agradecer
  34. Respirar
  35. Mirar con los ojos de un niño
  36. Amar
  37. A saber que hay cosas que terminan
  38. Respetar los microduelos
  39. Decir adiós a la culpa
  40. Sentirme
  41. La importancia de un paso pequeño
  42. La importancia de un gesto pequeño
  43. El poder de las palabras
  44. El poder del amor
  45. A saber qué sí quería
  46. Escuchar
  47. Escucharme
  48. Decir No
  49. Decirme Sí
  50. Respetar descansos
  51. Hablar con miradas
  52. Cuidar bonito del otro
  53. Delegar
  54. Entender al otro
  55. Callar lo que no aporta
  56. Para dar mensajes de lo que sí aporta
  57. Callar el ruido
  58. Alzar la Alegría
  59. Avanzar cada día
  60. Persistir
  61. Insistir
  62. Hacer hábito
  63. Celebrar
  64. Hablarme bonito
  65. Hablar bonito
  66. Dejar espacio
  67. A cuestionar
  68. Y a cuestionarme
  69. A disfrutar de lo pequeño
  70. A disfrutar de lo grande
  71. Respetar los momentos y tiempos de crecimiento de cada cual
  72. Y sobre todo a rodearme de quien sí suma
  73. Enamorarme más de mi
  74. Enamorarme más de mi pareja
  75. Enamorarme más de mi vida
  76. Hacer extraordinario cualquier instante
  77. Poder hablar sin hipersalivar
  78. Poder comer sin vomitar
  79. Poder beber sin vomitar
  80. Poder mirarme
  81. Permitirme que otros me miren
  82. Valorar más cada momento de estar viva

Gracias hiperémesis gravídica porque aunque todo me lo quitaste, resurgí y nací más auténtica.

Con amor, Berta

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