4 de junio de 2021
Hacía sol. Era el cumpleaños de mi padre. Y tenia una sensación en el cuerpo muy bonita que me decía que aquel día lo recordaría para siempre. Y así fue.
¡El cuerpo me confirmó que estaba embarazada!
La palabra FELICIDAD se queda corta para expresar el estado y el sentimiento de plenitud que me recorrió. Con los ojos abiertos y bien despierta soñaba. Ya me veía con los modelitos que iba a lucir en mi embarazo. Y la cantidad de fotos que me iba a hacer. Y me preguntaba hasta qué mes trabajaría. Y en eso estaba yo. Disfrutaba cada segundo de mi hija. Me miraba en el espejo intentando encontrar las siete diferencias con el día anterior y me alegraba ante cualquier síntoma de embarazada que sentía. Cuatro semanas duró este gozo. C u a t r o. A la quinta semana me aumentaron los síntomas de embarazo. Un poquito de más.
Empecé a preocuparme. “Todas las embarazadas vomitan, es normal”, “toma jengibre”, “o unas galletitas saladas”. Mi marido, se convirtió en mi mayor proveedor de cada cosa que nos decían. A estas alturas te habrás imaginado que no fui a mejor, si no, este post ya se habría acabado. A las 7 semanas empeoré. Muchísimo.
22 de junio de 2021
Mi cumpleaños. Sentía como si tuviese una gastroenteritis aguda. Mis ojeras me habían taladrado mi rostro y me iba sintiendo cada vez más débil. Recuerdo que mi marido me hizo un pescado en blanco, merluza (siento querida no haberte vuelto a comer desde entonces). Vomité sin parar. Repito, sin parar. No había descanso. Empecé a vomitar bilis. Y algo de bilis con sangre. Por la noche sólo podía estar ya tumbada. El teléfono sonaba lleno de amor de todas las personas que me querían felicitar. Ya no podía ponerme al teléfono. “Es normal, está embarazada”, “todas las embarazadas vomitan”, “esto se te pasa en cuanto cumplas las 12 semanas, “qué exagerada eres”.
No podía andar sola. Esa noche ya me acostó mi marido. Y a partir de ahí, supe que AMABA a mi bebé pero “no me gustaba NADA (y nada me parece hasta mucho) estar embarazada. Desde la semana 7 hasta la 38 en la que parí, viví la mayor paradoja que se puede vivir. Sentí que se me acabó mi vida, mientras creaba y hacía crecer la vida en mi interior. Literal.
Desde ese día, mi cumpleaños, y hasta tres semanas después de parir, ya no volví a comer, beber, ducharme, andar, hablar, trabajar, lavarme la boca, relacionarme con los demás, mirarme a un espejo o hacerme una foto. Intolerancia total a comer y beber. Perdí 10 kilos en menos de un mes. Perdí trabajo (aunque soy autónoma, no podía coger trabajo) Perdí amigos y amigas. No podía atender las llamadas ni whatsapp. Mis manos estaban todo el día ocupadas sujetando un barreño en el que no paraba de vomitar y salivar. Y hubo personas que no lo entendieron.
Me alejé de familiares. Dejé de ser hija. Dejé de ser esposa. Dejé de ser yo misma.
El amor incondicional de mi marido, sus cuidados, su mano sin soltarme y su fuerte cuerpo aferrándonos a mi bebé y a mi cada día. Esa era mi energía para seguir. y el amor puro de mi madre… Ellos respondían por mí a todas las personas pendientes de mí y me transmitían su calor. En algún momento lo hacía yo. Casi nunca.
Ingresos hospitalarios. Muchísimas visitas a urgencias. Deshidratación. Desnutrición. Diagnóstico: hiperémesis gravídica severa e hipersialorrea. Traducido en mi caso: 24 horas vomitando sin parar y echando más de dos litros de saliva diaria. Traducido en palabras de mi marido: ”eras una fuente”.
En mi experiencia:
Al principio: Desconocimiento médico. Frialdad. Soledad. Incomprensión. Poca empatía de los profesionales sanitarios. Poca empatía social. En uno de mis ingresos, me fui de alta voluntaria por el trato que estaba recibiendo por parte de la doctora que tenían asignada. Y tuve suerte. Dos personas me alentaron a ir al equipo de embarazos patológicos del Hospital Universitario La Paz. Y aquí encontré a grandes profesionales que sabían cómo tratar la severidad de mi hiperémesis. Y cuando no sabían, lo estudiaban hasta ayudarme todo lo que podían.
Mi experiencia cambió:
Conocimiento médico. Cercanía. Cariño en el trato. Incomprensión social. Empatía de los profesionales sanitarios. Poca empatía social. Secuelas físicas. Secuelas psicológicas. En recuperación. Gracias a mi grupo de hiperguerreras por vuestro sostén, información y amor. Gracias a la Fundación Her y a kimber y a Marlena por su trabajo Gracias Lo malo, ya os lo he contado.
¿Qué he sacado de bueno? ¿Qué he tenido que aprender? He listado lo que he sacado de bueno, quizás no en este orden, quizás simultaneo.
- Tiempo para parar
- Tiempo para reflexionar
- Conocerme
- Respetarme
- Cuidarme
- Quererme
- Escuchar a mi cuerpo
- Y escuchar a mi cabeza
- Pedir ayuda
- Permitirme que otros cuiden de mi
- No enredarme en cosas innecesarias
- Relativizar
- Soltar
- Dar la bienvenida
- Romper
- Unir
- Saber que no pasa nada por “no tener el día”
- Quereme sin esperar nada de mi a cambio
- Permitirme que me quieran sin nada a cambio
- No juzgar
- No dar opiniones ni consejos que no me piden
- Validar emociones
- Valorar aún más el conocimiento y su actualización
- Alejarme
- Encontrarme
- Poner objetivos muy a corto plazo y que empiezan por el bienestar de mi misma.
- Poner claridad a mis sueños.
- Silencio
- Empatizar
- Humanizar
- Ayudar
- Hacer equipo
- Agradecer
- Respirar
- Mirar con los ojos de un niño
- Amar
- A saber que hay cosas que terminan
- Respetar los microduelos
- Decir adiós a la culpa
- Sentirme
- La importancia de un paso pequeño
- La importancia de un gesto pequeño
- El poder de las palabras
- El poder del amor
- A saber qué sí quería
- Escuchar
- Escucharme
- Decir No
- Decirme Sí
- Respetar descansos
- Hablar con miradas
- Cuidar bonito del otro
- Delegar
- Entender al otro
- Callar lo que no aporta
- Para dar mensajes de lo que sí aporta
- Callar el ruido
- Alzar la Alegría
- Avanzar cada día
- Persistir
- Insistir
- Hacer hábito
- Celebrar
- Hablarme bonito
- Hablar bonito
- Dejar espacio
- A cuestionar
- Y a cuestionarme
- A disfrutar de lo pequeño
- A disfrutar de lo grande
- Respetar los momentos y tiempos de crecimiento de cada cual
- Y sobre todo a rodearme de quien sí suma
- Enamorarme más de mi
- Enamorarme más de mi pareja
- Enamorarme más de mi vida
- Hacer extraordinario cualquier instante
- Poder hablar sin hipersalivar
- Poder comer sin vomitar
- Poder beber sin vomitar
- Poder mirarme
- Permitirme que otros me miren
- Valorar más cada momento de estar viva
Gracias hiperémesis gravídica porque aunque todo me lo quitaste, resurgí y nací más auténtica.
Con amor, Berta