
Sin juicios de valor
¿Cuántas veces nos han hablado de alguien al que vamos a conocer, con la “intención” de que conozcamos a esa persona para que tengamos información de ella? Esto aplica al trabajo, a las relaciones personales, etc.
¿Cuántas veces nos han puesto “etiquetas” por algo que hemos dicho, hecho en un momento determinado, haciendo de esa etiqueta como una nueva identidad para nosotros?
¿Cuántas veces hemos y nos han juzgado por una primera impresión sin haber abierto la boca para dar nuestra opinión, tan sólo por nuestra apariencia?
Mis etiquetas
Pues bien, hoy permíteme, por favor, dirigirme a ti. Si te vas a acercar a mí, que sea sin juicios de valor. Me llaman “Álvarez”, “Bert”, “Bertus”, “B.”, “Berty”, “bertisse”, “sis”, “rizos”. según la cercanía o el tipo de relación que tenga establecida con mi interlocutor. De las etiquetas que me he enterado que me han puesto, entre ellas están “happyflower o pihippie o hipiji”. Soy “esposa”, “hija”, “sis”, “amiga”, “ahijada”, “prima”, “sobrina”, “vecina”, “psicóloga”, “coach”, “coordinadora”, “cuidadora”, etc. Tengo millones de roles según dónde me encuentre. Pude decir algo que te gustó o no. Quizás me comporté como esperabas o no.
Pero sobre todo, tengo una sola identidad: soy Berta. Y mi identidad no depende de ti. Me da igual que me juzgues, etiquetes, critiques o hables a mis espaldas. Porque eso no depende de mí. Depende de ti, de tu interpretación de mí. Y todos los días avanzo, retrocedo, me caigo, me levanto y ante todo, aprendo y sí, me supero. A mí.
Aprendo de aquello que no sale como yo esperaba, Aprendo de aquello que se me dice. Da igual cómo lo digas, las formas será lo tuyo, y, por supuesto, aunque no aceptaré formas maleducadas o malsonantes, yo me quedaré con el contenido y valoraré en qué medida tu aportación de valor me ayuda a mi crecimiento. Porque sé que no siempre todos sabemos decirnos las cosas de la mejor manera. Y créeme que tendré en cuenta lo que me dices. Siempre escucho. Siempre. Pero no, no todo me afecta. Porque en esta vida cada uno elige sus batallas y yo, sin embargo, que no creo en la lucha y sí en la colaboración, elegí mi paz interior.
Mi forma de actuar
Me parece interesante escucharlo todo, no sé si por “deformación profesional” o porque siempre he sido muy curiosa, pero sí, me interesa (y mucho) lo que tienes que contarme. Te respeto y valoro tu valía personal.
Y, aunque en esencia soy la misma, cambio. Me encanta hacerlo cada día mejor, dar de mí el 200% en todo lo que esté haciendo. Da igual el contexto. Si estoy con mi marido, doy el 200% en mi relación. Por ejemplo, si estoy compartiendo con mi madre, el 200% como hija. Si estoy en mi trabajo, me encanta rendir al 200% para que mi trabajo te sea útil y te sirva de ayuda. Y sí, siempre no lo hice todo bien a la primera, me equivoqué. Y mucho. También con las personas. Pero todo ese camino me sirvió para ser quien soy. Mis aciertos y mis equivocaciones. Mis días buenos, mis mejores días, pero también los menos buenos.
Mi aprendizaje
Y, aunque soy la misma, es evidente que no me comporto igual con mi marido que con una amiga o un compañero de trabajo o un cliente. Por eso, la etiqueta que me pongas dice poco. Probablemente diga más de ti que de mí. Entre otras cosas, porque no me reconozco en ella. Porque soy todas las etiquetas juntas y ninguna. Porque soy momentos y soy un todo. Pero como te dije, ante todo soy Yo. Mi identidad no la define una etiqueta. Mi identidad es mía.
Así que la próxima vez, guardemos etiquetas, juicios de valor, y miremos a los ojos a quien tengamos delante. Abramos los oídos y el corazón. Todos somos personas. Reconozcamos a la persona que tenemos delante. Y escuchemos su hoy. Que al igual que nuestro hoy es diferente al ayer.
¿Qué tal si empezamos por una semana, solo una, sin emitir críticas, juicios de valor o etiquetas que puedan dañar al otro? ¿Aceptas el reto?
Con mucho cariño,
Berta Álvarez
Pd. Este post lo escribí porque me preguntáis mucho por el poder de las etiquetas. Si tienes interés de que escriba sobre algún tema en concreto, escríbeme a hola@bertaalvarez.com y me cuentas. ¡Te espero!
Me ha encantado. Resueno mucho con todo lo que dices. Aunque reconozco que aún sigo etiquetando y emitiendo juicios de valor. La única diferencia que antes lo hacía sin permiso y sin venir a cuento. Ahora solo lo hago si me preguntan y cuido mucho las maneras. Porque en definitiva de quien dice la etiqueta o el juicio es de mi y no del otro. Así que acepto el reto de estar una semana sin etiquetar y emitir juicio de valores. Ya te contaré como ha sido la experiencia. Gracias
Hola Jenny, gracias por tu comentario. Como bien dices: «de quien dice la etiqueta o el juicio es de mi y no del otro.» ¿Qué tal tu semana sin etiquetas? Un beso enorme
Pues me sorprendí para bien. Porque a pesar de que no dejo de etiquetar y emitir juicio de valores( me imagino que por ahorro cognitivo y piloto automático) cada vez que me pillo en plan juiciosa y crítica busco que dice de mi. Que parte de mi debo mirar y poner luz para autoconocerme mejor. Ahora en lugar de estar hacia fuera vuelvo hacia mi.
¡Cómo me alegra saberlo! Práctica para adquirir el nuevo hábito. Enhorabuena por ese «volver a ti» 🙂
Hola. Me ha encantado, me has recordado la numerologia. Cada uno tenemos y resonamos con un número en distintas situaciones con la familia, comportamiento externo, en el amor. Y mi pocos se comportan igual con todo el mundo.
Hola Naza 🙂 La numerología se conoce muy poco para la cantidad de información que te da sobre ti mismo y la ayuda que puede prestar en el autoconocimiento. Gracias por tu comentario, un beso enorme